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Miguel Ángel Zotto – Presentación en el Segundo Festival de Tango Danza en Art Decó – Videos y Entrevista
Por
Celina Alberto
calberto@lavozdelinterior.com.ar
Uno de los efectos más poderosos que consigue una pareja que baila bien un tango es el de abrir un acceso a la intimidad intensa que fluye entre ambos. Es parte de la ficción del baile y si sucede en escena el resultado es hipnótico. Miguel Ángel Zotto dice que el secreto está en las manos, en las palmas, que en esos pocos centímetros cuadrados de piel se cifra la clave para que la danza cautive.
Hoy y mañana, Art Decó será sede del Segundo Festival de Tango Danza, organizado por Nora Witanowsky y Juan Carlos Martínez.
Zotto es la figura invitada. Va a enseñar a bailar el tango y también a contar su historia.
Algunos lo consideran uno de los mejores bailarines del mundo y Zotto responde que no sabe si es para tanto pero tampoco rechaza la distinción. «Sí soy el referente más importante, soy la bisagra entre la generación de Copes y Virulazo, y todos los nuevos bailarines. Yo conocí a todos estos grandes que murieron y mamé el tango desde muy chico».
Con 50 años cumplidos el 7 de agosto pasado, el bonaerense dice que está entrando «a la liga de los veteranos», por la edad y por tres décadas de carrera. Suya es también la compañía Tango x 2, fundada en 1988 y que, según el bailarín y coreógrafo, fue la que abrió una brecha por la que ingresó una nueva generación al tango.
–¿Qué diferencias ve entre aquella generación con la que aprendió a bailar tango y la que está emergiendo?
–La nueva movida comenzó con Tango x 2 en los ’90, que genera en Buenos Aires una gran influencia para la gente joven. Los bailarines que comenzaban con el tango tenían la influencia coreográfica nuestra, porque estábamos en televisión, dábamos clases.
Estéticamente, musicalmente y coreográficamente recurrí a gente que no era del tango, como Oscar Araiz en algún momento, Jean François Casanovas en la estética, algunos grandes milongueros para las coreografías y la influencia de la formación clásica y contemporánea de mi compañera en ese momento (Milena Plebs).
–¿De ahí salió el tango «for export»?
–No, el tango for export es el que se hace para exportar y este, aunque nosotros viajamos, no es sólo para mostrar afuera. La característica mía era que hacía el show para los argentinos y que pueda verse en teatros. Siempre estrenamos en Buenos Aires, y lo que el público milonguero y tanguero aceptaba, nosotros lo llevábamos afuera tal cual como lo hacíamos acá.
–A partir de esa generación, el tango entró también en el repertorio de bailarines como Julio Bocca, Eleonora Cassano. ¿Cómo influyó esto en el tango danza?
–En general, estos bailarines usan la música de tango solamente, pero lo importante es que ellos difundan el tango. En cuanto a lo coreográfico, no respetan los códigos del tango. Coreográficamente hablando, no hay ninguna revolución ni influencia, ellos usan la música del tango para poner movimientos clásicos o contemporáneos.
–¿Cuál es su especialidad en el tango danza?
–Los bailarines hacen coreografías más modernas, pero mi estilo es el tango a tierra, de salón, el tango de la cintura para abajo. No hago acrobacia, ni revoleo, ni nada que no sea el tango auténtico, aunque con gran estilización.
–¿Hay resistencia por parte de los tangueros más académicos hacia el tango danza que incorpora nuevas formas?
–No hay resistencia. Lo que les digo a los jóvenes es que no tiene sentido hacer una estilización de una estilización, porque te alejás mucho de la esencia. El que revolucionó la cuadratura musical del tango fue Astor Piazzolla, después de él no existe nadie más. Lo que hacen ahora es tomar a Piazzolla como referente y hacen una estilización, pero no suena a tango, no tiene arrabal, no tiene mugre. Lo mismo pasa con los actores que cantan tangos o gente que viene del rock. Eso no es tango, no aporta nada. Nosotros nos movemos de una forma, tenemos en el cuerpo una manera de caminar que no la tiene un extranjero.
–¿Qué pasa con el tango fuera de Argentina? ¿Sigue el furor de los ’90?
–La protagonista del tango en el mundo es la danza. El fenómeno ha crecido muchísimo y estamos viviendo un auge importante que no lo detiene ni esta crisis. El tango es una válvula de escape y la gente entra en contacto con otras personas, genera una comunicación muy especial.
–¿Cuál es para usted la clave de ese atractivo?
–Es muy fuerte lo que pasa cuando uno baila tango, te pasan un montón de cosas con la otra persona. Es lo más parecido a la vida real, o más. Porque estar abrazados, con todos los sentidos en comunicación. La respiración, las palpitaciones, el olfato, el contacto, las palmas de las manos. Tiene una potencia sensual tremenda. Uno se da cuenta de lo que pasa con alguien a través del abrazo, incluso más allá del idioma.
–¿Qué le sigue dando ganas de bailar?
–Soy un bailarín nato, me voy a morir bailando. No bailo por trabajo sino porque nací bailarín. Lo que me pasa con el tango es muy fuerte, no hay resfrío ni dolor de cabeza o fiebre que me pueda frenar para bailar.
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